Cilengua acoge el Encuentro Científico "La Biblia de San Millán. Primera traducción científica y filológica de la Biblia"

18/02/2010

La razón del Encuentro que se celebra en la sede de Cilengua en San Millán de la Cogolla los días 19 y 20 de febrero es poner en marcha el proyecto denominado “La Biblia de San Millán. Primera traducción científica y filológica de la Biblia”.
El propósito fundamental del presente proyecto es la elaboración de una traducción de la Biblia, radicalmente nueva y distinta a cuantas se han elaborado hasta el momento. La novedad y distinción de esta nueva Biblia de San Millán se la confiere el hecho de ser la primera que se hace desde una perspectiva estrictamente científica, filológica y, por tanto, no confesional.


Encuentro Científico
"La Biblia de San Millán.
Primera traducción científica y filológica de la Biblia"
Monasterio de San Millán de la Cogolla, 19 y 20 de febrero de 2010

Participantes en el Encuentro:
- Claudio García Turza. Director del Instituto Orígenes del Español (CILENGUA). Catedrático de Lengua Española de la Universidad de La Rioja. Director del encuentro.
- Juan Antonio Martínez Berbel. Investigador de CILENGUA. Secretaría académica del encuentro
- Fernando García Andreva. Investigador de CILENGUA. Banco de datos de textos bíblicos históricos.
- Simón Sampedro Pascual. Investigador de CILENGUA. Banco de datos de textos bíblicos contemporáneos.
- Julio Trebolle, Catedrático de Lengua y Literatura Hebreas de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Comité Internacional de Edición de los Manuscritos del Mar Muerto.
- Gregorio del Olmo Lete, Catedrático de Lenguas Semíticas de la Universidad de Barcelona, principal orientalista español y Director de la Revista Aula Orientalis.
- Natalio Fernández Marcos, Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y principal especialista español de la versión de los LXX.
- Antonio Piñero, Catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid y principal especialista español en los textos Apócripos y Gnósticos.
- Isabel Velázquez, Catedrática de Lengua Latina de la Universidad Complutense de Madrid y Directora del Archivo Epigráfico de Hispania.

 

1. Se pretende con este encuentro científico delimitar y concretar más el esbozo de proyecto elaborado por el Director del Instituto Orígenes del Español, Claudio García Turza (abajo adjuntado), y propiciar los comentarios y críticas, que ayudarán sin duda a afinarlo y complementarlo.

2. La Biblia de San Millán persigue ser la primera traducción estrictamente científica y filológica del Antiguo y del Nuevo Testamento a la lengua española, desde un punto de vista puramente crítico, científico-histórico, no confesional.

3. Además de cimentarse en el mejor texto base posible, de uno y otro Testamento, esta nueva traducción intentará ser un producto bello desde el punto de vista literario. Por tanto, buscará conjugar la más estricta base científica, crítica, histórica, filológica, con la mejor tradición literaria española, desde el siglo XIII hasta nuestros días.

4. Se atenderá con un interés especial a la corrección idiomática, que de principio a fin distinguirá esta traducción.

5. Además de una versión idiomáticamente correcta, se pretende elaborar un texto unificado de la Biblia, el adecuado para todos los usuarios del español en el mundo, y pasar después a adaptar pertinentemente ese texto de la Biblia unificada a los usos  singulares de las  comunidades idiomáticas del mundo hispánico.

6. Para tan complejo y ambicioso propósito, esta traducción, en sus notas y comentarios, proveerá a cada uno de los libros bíblicos de las siguientes secciones innovadoras:
 
 a) Comentario científico que incluirá el análisis de los textos de base, concretamente, los conocidos y empleados en España en el último milenio: el hebreo masorético de la tradición judía y el de la Vulgata de la tradición cristiana.
 La versión griega sólo tuvo difusión a través de restos de lecturas de la Vetus latina, que muy pronto dejaron de tener circulación. La versión griega es la que hace hoy más compleja una traducción, pues en bastantes libros representa una edición diferente de la hebrea tradicional; sin embargo, resulta ser la edición preferible en bastantes libros desde un punto de vista crítico.  
 Se incluirán las oportunas lecturas de los mss. bíblicos de Qumrán, del Mar Muerto, y de otras versiones antiguas no reconocidas hasta hoy. Se incorporarán también los nuevos datos y los planteamientos actuales de la edición crítica de los libros bíblicos.
 Debe quedar claro, con todo, que La Biblia de San Millán pretende ser una traducción comentada, no es per se un estudio crítico y de establecimiento del texto de base, tanto hebreo/arameo, como griego. Los responsables y traductores han de estar al día sobre el estado de la cuestión en torno al mejor texto posible que pueda ser la base para su versión, pero basan ésta en el trabajo de los críticos textuales más fiables.
  
 b) Comentario científico donde se recogerá el estudio de la tradición exegética hispana en español y de la historia de las versiones bíblicas al español desde los orígenes de la lengua hasta la la actualidad, tan rica en traducciones confesionales en el ámbito hispánico. Una nueva traducción y sus notas deberán incorporar, en efecto, las aportaciones de las versiones medievales y posteriores (más de 50 desde la de Nácar-Colunga hasta hoy), en particular por lo que se refiere a las soluciones lingüísticas y literarias elegidas y a las opciones características de la exégesis hispana judía o cristiana. Esta será una de las aportaciones más significativas de la nueva versión, a parte de la propia traducción. Introducir en notas, junto a los cristianos, los comentarios judíos medievales y musulmanes, diferenciadores de las respectivas tradiciones,  será una novedad de la nueva traducción. 
 Para que la traducción final de cada uno de los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, más los libros Deuterocanónicos, sea contrastada con todas las versiones al español realizadas desde los inicios literarios de nuestra lengua hasta hoy, será tarea del Instituto Orígenes del Español recopilar estas biblias y proporcionar a cada uno de los traductores, en sus libros correspondientes, las reproducciones de los textos pertinentes, de modo que puedan ser consultados con comodidad. A este fin resultará de gran utilidad el banco de datos de textos bíblicos contemporáneo que, desde hace dos años, viene manteniendo el Instituto en CILENGUA.
 c) Comentario científico centrado en la investigación detenida sobre la presencia e influencia de los pasajes, temas, motivos, personajes, etc. de cada libro bíblico en la historia, el pensamiento, las artes y las letras.
 

La Biblia de San Millán.
Primera traducción científica y filológica de la Biblia

Claudio García Turza
Director del Instituto Orígenes del Español del Cilengua

1.- Increíble y lamentable resulta que a estas alturas del siglo XXI en el ámbito de los estudios humanísticos no se disponga todavía de una traducción estrictamente científica y filológica de la Biblia, de una versión promovida y sustentada fuera de los círculos de la creencia. No disponemos de una obra de esas características ni en nuestra lengua española ni en ninguna de las lenguas conocidas, siendo así que en la Era de las Sociedades de la Información y del Conocimiento en que vivimos, debería ser ya de consulta fácil gracias a las Nuevas Tecnologías. Increíble, lamentable y, en lo que nos toca como humanistas dedicados a las ciencias del hombre, hasta vergonzoso.

2.- Felizmente es éste un sentimiento que comparten con análoga intensidad a la nuestra todos los científicos del campo filológico que, bajo nuestro liderazgo y dirección, contribuirán a realizar con nosotros tan importante proyecto de investigación. Y aún más, estimulados precisamente por tan sentida perplejidad, ni uno sólo de los especialistas por nosotros convocados, a pesar de sus múltiples e importantes ocupaciones profesionales, se ha negado a colaborar en esta empresa. Bien al contrario, han entendido que, de acuerdo con nuestros criterios, urge que lo pongamos en marcha con cordura, tenacidad y, naturalmente, con los medios suficientes, tanto humanos como económicos e informáticos. Pero, sobre todo, prestando especial atención a desvincularlo claramente de cualquier tipo de finalidad o pretensión confesional. Ello evidentemente no significa que ignoremos que una lectura estrictamente "laica" de la Biblia, una lectura que prescinda de la perspectiva religiosa se arriesga a sesgar y minimizar la comprensión adecuada de la misma y de su carácter esencialmente simbólico, como discurso religioso.
La razón última de este sentir nuestro personal y el de todos los co-investigadores que secundan nuestro proyecto radica en: a) considerar la Biblia como el Libro de los libros (libro sagrado, monumento literario, gran código de la imaginación, referente del humanismo, clásico intercultural, etc.); y b) no aceptar por más tiempo que sean las instituciones religiosas quienes marquen y controlen los tipos de traducción de esta magna obra.
a) La Biblia fue, es y seguirá siendo, efectivamente, el libro más influyente en la formación  de las mentalidades y modos de ser europeos y occidentales. Nunca podríamos exagerar bastante la importancia cultural que los escritos bíblicos tienen, a pesar de todo, en el mundo en que vivimos. Por un lado, los libros que forman el Antiguo Testamento se han compenetrado de tal suerte con el espíritu, el pensamiento y la vida del hombre civilizado, que en el sentir de la mayoría de la humanidad, a pesar de haber sido escritos en épocas remotísimas, se hallan muy inmediatos a nosotros, nos son familiares desde la infancia y podemos acercarnos a sus páginas sin necesidad de un esfuerzo de comprensión especial. Esta singularísima circunstancia se da sin soluciones de continuidad a lo largo de la Edad Media de Occidente y perdura hasta nuestros días. No es preciso haber leído ni una sola página del Antiguo Testamento, ni, por supuesto, es necesario pertenecer confesionalmente al judaísmo o al cristianismo para encontrarse en esta situación de proximidad con estos textos escritos en hebreo o en griego hace varios miles de años: basta estar vinculado a la cultura occidental para llevar dentro de sí su espíritu y su legado. Y, análogamente, en relación con el Nuevo Testamento, nadie ignora, por ejemplo, que sin el conocimiento tanto de los evangelios canónicos como de los apócrifos es imposible entender no tan sólo actitudes y comportamientos, sino ni siquiera la estructuración que hace del mundo en nuestro dominio europeo  el lenguaje mismo.
b) A nadie se le oculta, por otra parte, que en la rica y difícil historia de la exégesis bíblica así como en la de las no tan pródigas traducciones vernáculas de la Escritura los protagonistas encargados de estos complejos y trascendentes estudios han sido, salvo en muy raras ocasiones, los clérigos y otras gentes ligadas a distintas confesiones. Las altas jerarquías de las distintas iglesias han propiciado esa elección de exégetas y traductores mayoritariamente sumisos, buscando ante todo la fidelidad a la doctrina transmitida, una doctrina siempre ajustada a la tradición y al magisterio eclesiástico.
En consecuencia, se ha marginado y se continúa marginando intencionadamente la colaboración de los científicos especializados en los diferentes saberes filológicos, a sabiendas de que tales conocimientos resultan imprescindibles para llegar a una comprensión cabal  y a una digna y fiel fijación de los textos sagrados. Y no se han propiciado ni se propician estas aportaciones "profanas" por la infundada sospecha de que sus autores podrían ocasionar desviaciones doctrinales.
 El resultado final de esta miopía ancestral es evidente: son notables y meritorios, por lo común, los trabajos interpretativos de los textos originales traducidos, mientras que resultan, también en general, poco solventes y anticuados los orientados a presentar con análoga dignidad los textos traducidos, especialmente, los traducidos al español. 

3.- Ahora bien, todavía resulta más increíble y lamentable que en el ámbito de las humanidades se desconozcan prácticamente por completo los estudios genuinamente filológicos. En realidad, siendo muy claros, habría que remontarse a los escritorios de Alejandría (SS III-II a.C.) para descubrir resultados de esa naturaleza (¡como, por cierto, la magnífica versión griega de la Biblia de los LXX!). Nos apresuramos a aclarar que, a nuestro ver, la filología genuina es aquella que precisa de la colaboración de múltiples y heterogéneos saberes y disciplinas para conseguir, a través de la labor interpretativa, la comprensión cabal de los textos estudiados. ¡Cuán lejos estamos de este importante e imprescindible enfoque científico, punto de partida de todos los demás! Venimos optando por el cultivo de las disciplinas de altísima especialización, aquellas que, precisamente por la fascinación que ejercen, generan en el ámbito científico europeo y mundial ignorancias muy negativas tanto para la cultura como para la sociedad misma.

3.1.- La traducción española de la Biblia que proyectamos pretende ser, insistimos, genuinamente científica y filológica; es decir, absolutamente fiable. Perseguimos que estas dos características, científica y filológica, lleguen a ser sus epítetos fundamentales, sus dos cualidades esenciales distintivas. Esta es la condición interdisciplinar que requerimos tanto para el conocimiento de los textos originales como para el de los traducidos; o dicho de otro modo, en ambos dominios, el de la lengua traducida y el de la lengua traductora, es imprescindible el saber interdisciplinar. Pero aquí confesamos que con análogo interés, aunque en otro orden de cosas, buscamos para ella el calificativo de "informatizada": no se nos oculta que hoy es obligado aplicar el conocimiento a aparatos de generación de saberes y procesamiento de la información.

3.2.- Buscamos, en primer lugar, satisfacer las exigencias inherentes al complejo fenómeno cognoscitivo y lingüístico de la traducción. Nuestra concepción de esta actividad va más allá de la búsqueda y consecución de una equivalencia formal o dinámica entre la lengua de origen y la lengua término. Estas vienen siendo las dos orientaciones básicas del quehacer hermenéutico de los traductores eclesiásticos: imitar en la medida de lo posible la forma y contenido del original (equivalencia formal) o privilegiar la lengua término y al lector creyente, asemejando la traducción a una nueva obra original (equivalencia dinámica); aunque es preciso aclarar de inmediato que las versiones eclesiásticas de estos textos sagrados, por un respeto desmedido a los mismos, han solido mayoritariamente traducir el original "a la letra".  Pero nuestro enfoque científico tampoco aprueba la idea del traducir que sostenía Walter Benjamin: evocar el lenguaje originario y puro, la lengua perfecta, la lengua sacra conformada al pensamiento divino, la lengua que hablaba Adán y Eva antes de Babel, una lengua en la que se funden de alguna manera los horizontes del texto original y los del interprete. Esta hermosa visión, tan socorrida hoy, nos parece utópica y acientífica.
 Nuestra concepción del traducir, aquella que presidirá y orientará todo el desarrollo del presente proyecto, arranca de las largas discusiones que sobre esta materia mantuvimos con el gran teórico del lenguaje y fundador de la semántica estructural, Eugenio Coseriu. La sintetizamos así. Para nosotros, el cometido de la traducción es básicamente reproducir en un texto de la lengua B la misma designación y el mismo sentido, o sentidos, de la lengua A con los medios, con los significados de otra lengua. Traducir un texto bíblico "original" (desde la lengua A: hebreo, griego o latín) al español (lengua B) consiste en reproducir la misma referencia, syn-ballein, el mismo llevar a la visión, valoración, vivencia (aquí, con la carga consiguiente de intencionalidad o sentido) que Dios tuvo de las cosas, estado de cosas y hechos extralingüísticos, a través de la visión, valoración, vivencia (aquí también con la carga consiguiente de intencionalidad o sentido) que el autor humano o hagiógrafo tuvo de las cosas, estado de cosas y hechos extralingüísticos; todo ello con los significados de la lengua B (la española), a los que hay que agregar la riquísima y heterogénea condición literaria de estos textos y, dada la ausencia de manifestasciones gestuales, entonativas, orales (como expresión del sentido), el orden de palabras y la selección de categorías morfológicas, sintácticas y estilísticas.
 Felizmente, para esta tarea nuclear en el proyecto, contamos con la colaboración de algunos de los más distinguidos orientalistas, hebraístas, helenistas, latinistas, hispanistas y exégetas españoles y europeos.

3.3.- Pero la fidelidad tan exigente antes explicada no debe ser ajena al genio del español, a la sonoridad, ritmo y donosura propios de nuestra lengua. Debe recoger aquello que ya es en buen sentido tradicional, castizo; y a la vez corregir los posibles errores, hasta intentar convertirse en modelo idiomático. El objetivo que proponemos no puede ser más bello y atractivo. Como decía Fray Luis de León en el prólogo a su versión del Cantar de los cantares: "De lo que es traducido el que quisiere ser juez pruebe primero qué cosa es traducir...elegantemente de una lengua extraña a la suya, sin añadir ni quitar sentencia, y con guardar cuanto es posible las figuras del original y su donaire, y hacer que hablen en castellano, y no como extranjeras y advenedizas, sino como nacidas en él y naturales...".
 
3.4.- Nos ocuparemos con un interés especial, claro está, de atender a la corrección idiomática, que de principio a fin distinguirá esta traducción. En nuestra ya larga experiencia como revisores de las versiones actuales de la Biblia en todo el territorio hispánico (España y América) hemos encontrado prácticamente en todas numerosas incorrecciones ortográficas, gramaticales (en especial, sintácticas), léxicas y estilísticas. Son miles de testimonios que ensucian las preciosas páginas de la Escritura provocando malformaciones o deformaciones lingüísticas, con frecuencia definitivas, en los millones de lectores u oyentes de la comunidad hispanohablante. A tal fin, contamos con algunos de los especialistas, a nuestro juicio, más destacados en la Gramática Normativa del español. Sin olvidar, de nuevo, el papel que pueden desempeñar aquí las Nuevas Tecnologías, en especial, la dimensión cultural de Internet.

3.5.- Además de una versión idiomáticamente correcta, perseguimos elaborar un texto unificado de la Biblia, el adecuado para todos los usuarios del español en el mundo, para pasar inmediatamente después a adaptar pertinentemente el texto de la Biblia hispánica unificada a los usos  singulares de las  comunidades idiomáticas del mundo hispánico. Este análisis dará como resultado unos textos más adecuados para la comprensión cabal de cada una de dichas comunidades; unas versiones, en suma, dialectalmente o sociolingüísticamente más adecuadas. Para poner en marcha tan ambicioso propósito resulta oportuno, e imprescindible, comenzar con la celebración de un Congreso Internacional al que acudan los más destacados especialistas tanto en la Lingüística Normativa y en las distintas variedades del español universal como en el conocimiento filológico, histórico y doctrinal de las Sagradas Escrituras, sin olvidar en ningún momento a los especialistas en la tecnología informática. Un Congreso que estamos estructurando en dos partes estrechamente vinculadas: I, “Hacia una versión idiomáticamente  unificada y correcta” y II, “La adaptación de la Biblia hispánica unificada a los usos específicos de las comunidades idiomáticas hispanoamericanas”.

3.6.- Un papel muy relevante otorgamos, así mismo, a los especialistas en las peculiaridades de los diversos géneros literarios. Son indispensables para la consecución cabal del proyecto aquellos investigadores o creadores que distingan, y dominen, la vivacidad y colorido de la narración, la belleza del lenguaje poético, la concisión del lenguaje proverbial y legal, la fuerza de la palabra profética, la cercanía de las cartas cristianas o la riqueza y vistosidad de las imágenes del lenguaje apocalíptico.
En este sentido no decimos nada llamativo o innovador si afirmamos que, por ejemplo, la Iglesia española, en cuanto Institución, preocupada casi exclusivamente, repetimos, por la dimensión religiosa, doctrinal, ortodoxa y canónica de la Biblia, no ha insistido apenas en la condición de obra literaria que también tienen las Sagradas Escrituras. Retener y transmitir certeramente, ahí está la clave, la esencia literaria de tales textos, perpetuar celosamente ese imaginario y esa simbología que encubre y descubre el misterio, sin transponerlos pertinazmente al plano de una lengua funcional técnica, racionalizada, teológica, como muy bien advertía Alonso Schökel, es un principio capital al que debe atenerse cualquier traductor de la Biblia. 

3.7.- En consonancia con los principios anteriores, valoramos muy negativamente los criterios que siguen y que resultan muy usuales en la mayoría de las versiones españolas actuales:
a) Nos oponemos a quienes opinan que el texto -visto y traducido exclusivamente como texto sagrado, "reverencial"- habrá de llegar al creyente con la carga añadida de los sentidos que se le han acumulado con el paso de los siglos. Es decir, que ven bien que le lleguen inevitablemente cargados con el peso añadido de la teología moral o dogmática, como la tradición del imaginario cristiano, y también con el valor reductivo de muchas palabras y expresiones en buena parte condicionadas por la versión latina de San Jerónimo conocida como la Vulgata.
b) Desaprobamos que a muchos traductores no les importen los anacronismos gramaticales o léxicos, las desviaciones o dislates cometidos contra la norma castellana cuando el propósito único, para ellos, es aclarar los textos originales. Todavía más, a nuestro juicio, en esos casos las traducciones no pueden identificarse como tales sino como simple pretexto didáctico.
c) Somos contrarios a quienes sostienen que es legítimo soslayar cualquier problema derivado de la dificultad de una traducción satisfactoria, mediante alternativas comprensibles para el lector común (español o hispanoamericano), a sabiendas de que la propuesta de la traducción castellana no equivale claramente a la forma original.
d) Consideramos un grave error defender que la calidad literaria o narrativa específica de cada libro o pasaje bíblico, la variedad de registros o de lenguas funcionales correspondientes a los distintos textos e incluso el sentido general y «común», no doctrinal, del vocabulario pueden pasar a segundo término o simplemente no tomarse en consideración. El objetivo único es, según estos, la transmisión del mensaje teológico y ético que la divinidad envía a los hombres.  
Pues bien, aun reconociendo el inmenso esfuerzo exegético vertido en todas estas versiones castellanas, forzoso es no considerarlas auténticas traducciones. Así de claro.
  
3.8.- Ahora bien, en la práctica, ya en el momento de la culminación del quehacer filológico, esto es, en el estadio de la fijación del texto español, el modus operandi que postulamos es este. De cada uno de los libros de la Biblia contrastaremos entre sí, versículo por versículo, las lecturas en castellano que se hallan a nuestra disposición, desde las primeras versiones romanceadas del siglo XIII hasta las más modernas, de España y de América, para pasar después a examinarlas conforme a los textos originales y las mejores versiones clásicas a otras lenguas de nuestro entorno lingüístico próximo. Así la nueva versión castellana de la Biblia de san Millán habrá de ser estudiada a la luz del texto hebreo y griego original, de la versión griega de los LXX, del texto latino de la Vetus y de la Vulgata, y de las lenguas modernas (la versión alemana de Martín Lutero, más la moderna de la "Einheitsübersetzung"; la versión inglesa clásica, la "King James Version", y la moderna New English Bible; la versión francesa clásica y "La Sainte Bible de Jérusalem", etc). A todo ello agregaremos el análisis de los comentarios exegéticos y de las versiones de las distintas tradiciones litúrgicas, especialmente judías. Sin desdeñar otros comentarios igualmente precisos: históricos, literarios y filosóficos. Por todo ello, para esta ambiciosa y apasionante investigación se precisan conocimientos no sólo del castellano, en su enfoque diacrónico y sincrónico, y de las lenguas clásicas y semíticas, sino también de las modernas, así como un buen adiestramiento en las ciencias bíblicas e históricas, sin olvidar, insistimos, la aportación de los especialistas en la Nuevas Tecnologías de la Información.

4.- Concluimos con la siguiente afirmación, muy meditada: En el mundo de las Humanidades resulta difícil hoy concebir ninguna otra "idea", ningún otro proyecto, de mayor entidad, atracción y trascendencia científica que la que aquí acabamos de exponer. Ratifican esta estimación nuestra la reconocida capacidad de liderazgo y la extraordinaria altura intelectual de todas las personas que figuran en la relación de coordinadores de sección, investigadores que se suman responsable y entusiastamente a la realización del proyecto. Son estas:
- Julio Trebolle, Catedrático de Lengua y Literatura Hebreas de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Comité Internacional de Edición de los Manuscritos del Mar Muerto.
- Gregorio del Olmo Lete, Catedrático de Lenguas Semíticas de la Universidad de Barcelona, principal orientalista español y Director de la Revista Aula Orientalis.
- Natalio Fernández Marcos, Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y principal especialista español de la versión de los LXX.
- Antonio Piñero, Catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid y principal especialista español en los textos Apócripos y Gnósticos.
- Isabel Velázquez, Catedrática de Lengua Latina de la Universidad Complutense de Madrid y Directora del Archivo Epigráfico de Hispania.