La Glosa 89 centrará la primera edición Crítico-filológica de Cilengua sobre las Glosas Emilianenses y Silenses por ser el primer texto español

22/02/2018
Encuentro

La coordinadora general de la Fundación San Millán de la Cogolla, Almudena Martínez; el director del Instituto Orígenes del Español de Cilengua, Claudio García Turza y el catedrático de Lenguas Romances de la Universidad de Viena y miembro del Consejo Científico de Cilengua, Michael Metzeltin, han informado del proyecto “Primera edición crítico-filológica de las Glosas Emilianenses y Silenses”.

La importancia histórica del Monasterio de San Millán de la Cogolla radica en tres aspectos fundamentales. En primer lugar, la producción glosística emilianense, excepcional dentro del ámbito hispano y europeo. Son 145 glosas semánticas junto a las múltiples anotaciones gramaticales y notas explicativas del códice Em 60; más otras 1231 del resto de manuscritos visigóticos. Es necesario observar que buena parte de estas glosas son especialmente importantes porque con ellas los glosadores querían representar la lengua hablada de una nueva manera, desde las palabras hasta los sonidos pasando por la morfología y la sintaxis, cosa que no sucede en otros testimonios hispanos donde se sigue escribiendo la morfología hablada con la ortografía tradicional latina.

También es importante hacer notar aquí que el modelo que copian las Glosas Silenses procedía de San Millán, por lo que estrictamente no habría que hablar de Glosas Emilianenses y Silenses, sino de Emilianenses solamente.

Pero sobre todo, dentro de esta producción glosística, debe ocupar el centro del estudio de los orígenes del español, la llamada Glosa 89, el primer texto español, la primera manifestación en todos sus niveles lingüísticos de la lengua romance hispánica.

En segundo lugar, hay que destacar el papel fundamental del escritorio emilianense en la génesis de la escritura española y en la formación del alfabeto español. En el escritorio de Suso se constituyen los fundamentos de la hispanoescritura, debido al esfuerzo de los monjes por dejar de escribir la lengua hablada a la latina para pasar a una escritura a la española.

Y, por último, al hablar del origen de nuestro idioma hay que mencionar obligatoriamente a Gonzalo de Berceo, quien enriquece el vocabulario culto como nadie lo ha hecho con tal intensidad en la literatura española.

Del primero de estos aspectos va a ocuparse fundamentalmente Cilengua a través de un proyecto de investigación en el que se aborda por vez primera un estudio en profundidad de las Glosas Emilianenses y Silenses desde el punto de vista filológico.

Precisamente, el Monasterio de San Millán de la Cogolla se caracteriza por la dedicación excepcional de los monjes de su escritorio a la actividad de aclarar el significado o el sentido de muchas de las expresiones y pasajes de los textos latinos que, dentro de los numerosos códices de su biblioteca, encerraban algún tipo de dificultad interpretativa. Por eso, es acertada también la calificación atribuida a San Millán de la Cogolla como “la casa de la filología”. 

Es, por ello, prioritario en este trabajo el intento de comprender, investigadores, estudiosos y lectores, el sentido de cada una de las glosas, es decir, se persigue entender adecuadamente lo que pretendieron transmitir los  glosadores en cada caso. En este sentido, es muy importante reconocer, principalmente los investigadores, que muchas de las glosas permanecen todavía sin ser identificadas en absoluto: no entendemos qué significan. Otras, se comprenden solo en parte, e incluso otras muchas también han sido interpretadas erróneamente.

En las ediciones y estudios de las glosas desarrollados hasta hoy ha predominado el interés por el análisis de la lengua que las caracteriza en esa primera fase de la historia del español y, consecuentemente, el enfoque lingüístico ha sido protagonista destacado de las múltiples investigaciones que se han centrado en ellas. Podría encontrarse una justificación para este punto de vista, lamentablemente demasiado excluyente de otras perspectivas, en el hecho de considerar, con toda justicia, excepcional e incomparable el papel que desempeñó el escritorio emilianense en la provisión de documentos para el estudio de los orígenes históricos de nuestra lengua. Pero el edificio ha de construirse, ante todo, desde unos cimientos bien sólidos, que indudablemente deben consistir en lograr una comprensión cabal y segura de cada glosa particular dentro de sus respectivos contextos.

Esta tarea filológica requiere de la colaboración de varias y distintas especialidades humanísticas. En efecto, se precisan ediciones, traducciones y estudios de los textos de base latinos de ambos códices (el Em 60 de la Real Academia de la Historia, que recoge las Glosas Emilianenses, y el Add 30853 de la Biblioteca de Londres, en que se hallan escritas las Glosas Silenses). Son así mismo indispensables los análisis codicológicos y, sobre todo, paleográficos a fin de determinar con rigor científico, entre otras cosas, las datas de escritura de las distintas manos intervinientes así como los lugares de copia. Otros enfoques devienen también insoslayables, como el histórico, el diplomático (especialmente el emilianense “Becerro Galicano”, con casi un millar de documentos de extraordinaria antigüedad), el litúrgico, el que se orienta a las homilías hispanas y europeas, el que se centra en la glosografía (elaboración y copia de glosas y glosarios, hispanos y europeos), etc.

Y, por supuesto, ocupará un lugar muy destacado el estudio de la lengua de las glosas, ya fijadas y comentadas al modo filológico; estudio que, asignado a algunos de los más relevantes especialistas actuales de la historia de la lengua, atenderá a los diferentes niveles lingüísticos: graficofónico, morfológico, sintáctico, lexicológico y semántico. No se olvida, obviamente, la incorporación, también obligada, de la investigación contrastiva de las lenguas románicas en ese período altomedieval o la que analiza los testimonios de la influencia vascuence o lenguas eusquéricas afines en el iberorromance primitivo.

Por otra parte, el estudio de las glosas es un marco especialmente idóneo para profundizar en la historia de la génesis de las lenguas romances. Y a tal fin hay que destacar la novedad que supone la aplicación de una metodología sociolingüística para explicar la transformación de la lengua latina en el romance.